14 enero 2011

BALANCE DE LA NOCHE VIEJA EN EL ALMUERZO

Hoy tuvimos nuestro almuerzo especial. Somos pocos pero sustanciosos y estamos aprendiendo. Hoy nos tocó ponernos al día sobre los regalos de estas fiestas, anécdotas de viajes, de cenas. Cuando me llegó el turno, y expuse mi balance de lo experimentado, el comentario de un pirata fue: “lo que más miedo da es perder la libertad”. Algo que por supuesto confirmé como cierto.

Algunos creen que el amor lleva ataduras. Lo llegué a sentir en el pasado. Ahora sé que curo heridas. El roce con otra gente hace que aprendamos siempre algo. Los demás también ponen en lo que hacen sus mejores intenciones. Y los compromisos no son más que meros formalismos para ser más libres.

El balance fue adecuado para los comensales. Hubo alguno que dijo, será el miedo. Yo solté un chascarrillo sobre mi edad. También dijeron que les gusta que siga así, que mejor que no sea cierto.

Salí de ese lugar reconfortada. Es grato saber que los demás se interesan por lo que pasa. A veces esto es importante para alguien. Vivimos en un mundo en el que es tan frío el roce, que cuándo salen chispas, nos emocionamos.


Abrazos a l@s que abrazan.


Elizabeth Hernández Quijano
Huesca, Enero, 2011.

13 enero 2011

RAYUELA Capítulo 7



Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay´una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.


Julio Cortázar.
Rayuela, extracto de libro.
Obras Completas, I
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