28 diciembre 2005

ÁNDRES MONTES DE OCA LEAL

Este día, en mi blog, me permitiré hablar de alguien con nombre y apellidos. La verdad creo que es importante decirlo, decirselo aunque desafortunadamente ya no podrá leerlo porque falleció el 25 de noviembre de 2005 en Monterrey, Nuevo León (México), ciudad en la que trabajaba como promotor cultural.

Me contó mi hermano hace unos días que se había enterado de casualidad. Aquí en Huesca nadie me lo había comentado. No lo conocían, no sabían de su labor, ni siquiera saben que lo conocía. Que fuimos amigos, sólo amigos y con anécdotas que se pueden compartir.

En 1989 asistí a mi primer taller de poesía. Lo organizaba el Ayuntamiento de Monterrey, en una de sus oficinas. No encontraba el lugar en donde se realizaba y me encontré con Andrés, que era uno de los participantes y organizadores. La coordinadora era Carmen Alardín. Acudí porque llevaba años escribiendo diarios y algunos poemas, deseaba saber qué podía hacer con eso. Buscaba alguién con quien compartir mis aficiones, mis gustos por la poesía, gente que se abriera el alma y los sentidos ante la vida. Andrés, me guió hasta el aula en donde ya estaban la mayoría participante acomodados en sus respectivas sillas. Ocupé una que quedaba a la izquierda de Carmen y frente a José Eugenio Sánchez y Claudia Villarreal (Rebeca Tierse) que serían posteriormente de mis amistades más allegadas. El taller duro dos horas. Tuvimos oportunidad de leer algo de lo que llevabamos de casa y también de hacer un ejercicio. También nos dejaron algo para la sesión siguiente.

A la salida del lugar, Andrés nos invitó a José Eugenio (Chepe), a Claudia y a mí a tomar un café otro día. Quedamos para ir al Vip's de la calle Hidalgo en una hora conveniente para los cuatro. Les pregunté a Chepe y Claudia hacia dónde iban, eran mis primeras salidas en autobús y metro por esa ciudad después de regresar del Distrito Federal a vivir de nuevo con mis padres. Llevabamos el mismo rumbo. Podíamos tomar la misma ruta y me dirían en dónde debía bajar para volver a casa. Caminamos los tres charlando. Iban vestidos estilo hippie, me gustaba esa forma de vestir pero lo hacia poco. Estaba más acostumbrada a la ropa formal porque siempre había trabajado para una gran empresa. Así que iba con una falda pantalón blanco, una blusa en tono morado ycon blanco, zapatos y bolso a juego. Les parecí un poco "fresa" o como dicen en España ligeramente "pija". Pero decidieron hablar conmigo, por sugerencia del Chepe que le dijo a su novia que seguramente era una chica agradable. Extraviada, pero con algo que decir. Eso me lo contaron con el paso del tiempo. Llegué a casa con sus instrucciones y los demás días trascrurrieron con alegría, o así los recuerdo.

Cuando llegué a nuestra siguiente cita con Andrés, Chepe y Claudia en el café de moda de esa época, comenzamos a hablar de poesía. Yo tenía unos textos eróticos que había escrito después de una sesión de piscina y miradas directas. El agua y la imaginación me habían permitido escribir dies pequeños textos a los cuales había que dar forma. Eran mis primeros borradores intencionales, deseaba escribir para compartir con el mundo las experiencias. Sacamos los textos, leíamos cada uno lo suyo y comenzaron los comentarios. A Andrés le gustaba mucho la temática urbana. A Claudia le quería cambiar su poéma cósmico en citadino, a Chepe su poesía erótica en social y a mí, los poemas quería que los hiciera cuentos. Deseaba saber más detalles de esas pequeñas imagenes. Conté en ese momento sólo lo que deseaba compartir. Uno no da más de lo que quiere si no se siente segura, cuando menos, eso me pasa a mi con los sentimientos. Por eso, al escribir poesía soy más directa, más cotidiana, más cercana a todo lo que vivo día con día.

Salimos de ahí, continuamos llendo a las cuatro sesiones del taller y nos hicimos amigos: Chepe, Claudia y yo, con mi nueva indumentaria "hippie" y Andrés, que tenía más contacto conmigo. Comenzamos a hacer cosas, a compartirnos libros de poesía, a leernos nuestros textos, a compartir la cotidianeidad, pero siempre Andrés por otro lado. A él lo veía a solas, bien por su trabajo o por que así lo iba dando la vida. Me gustaba su compañía, era un amigo leal que te daba consejo. Le gustaba, algunas veces llevarle regalos a mi hijo, no le importaba que lo llevara a alguno de nuestros paseos y eso me gustaba.

La relación se distanció el día que me llevó serenata por mi cumpleaños con una "estudiantina" , no recuerdo el nombre que le dan en España, pero ya me lo dirán si alguien lee este texto. Cumplía treinta años. Era una noche especial, pasaba a la treintena y seguía esperando el amor como una quinceañera. Alguna vez, les había dicho a mis padres que me casaría con el hombre que me llevara serenata, pero no imaginaba que fuera Andrés, ni que no pudiera corresponder a ese amor. No lo recuerdo bien, pero seguramente en esos momentos tendría algún amor platónico rondando mis ideas.

Recuerdo sus ojos mirando como un cordero, su bigote estilo norteño (aunque era de Puebla) y su sonrisa a media luz. Por algunos momentos se veía que sobresalía de su boca un colmillo de lobo. Era una noche estrellada, esperaba la respuesta, que se encendiera la luz. Recuerdo que mi madre me dijo que debía salir, que se había tomado la molestia de ir a felicitarme el primero y que no podría hacerle un desaire ya que era mi amigo. Salí, escuché boleros romanticos mientras él me observaba. Mi corazón no estaba ahí. Tenía mucho cariño, agradecimiento por todo el apoyo que siempre me había mostrado, le deseaba felicidad pero sabía que no era a mi lado. Así que antes de irse se lo comenté. Le dije que no había esperanzas, que en otras ocasiones lo habíamos comentado y que era cierto. Que lo estimaba, como lo sigo haciendo hoy que lo recuerdo, pero que cuando uno se enamora es diferente. Quedamos en seguir manteniendo la amistad por siempre, y relativamente así fue, ya que cada vez nos veíamos menos. Él comenzó a salir con otras chicas, yo me enamoré de otro. En fin, que la vida siguió su curso, pero siempre que nos encontrabamos en algún evento que organizaba o que acudía como escritor, platicabamos muy agusto, al pendiente de lo que nos pasaba.

Lamento ahora no haber podido estar el día que le hicieron su último reconocimiento en la Preparatoria No. 1 de la Universidad de Nuevo León, de la cual salió como abogado más poco tiempo ejerció porque tenía a la literatura hasta los huesos. Lo demostró siempre. Que si "El blues del Gato", que si la antología "noveles poetas regiomontanos", que si los "calendarios poéticos", que si los "talleres juveniles", que si las funciones de teatro con "los luchadores enmascarados que contaban cuentos"... Muchas fueron las cosas que hizo Andrés en la literatura de Nuevo León. Muchas personas se que le teníamos cariño y nos ha dolido su muerte tan prematura. Pero también es de agradecer que antes de irse a donde ya no podemos contar, cuando menos en este lenguaje, haya recibido el cariño de mucha gente que sabía de su labor, que la había valorado y que estaba ahí aplaudiole.

Descansa en paz, Andrés Montes de Oca Leal. Siempre tendrás un sitio en la historia y por supuesto eres parte de esto que llamamos autobiografía. Sé feliz donde quiera que estés y les mando consuelo a toda la gente y tu familia que ya no te comparten. Besos amistosos, como siempre. Liz


26 diciembre 2005

ACTUALIZO A PARTIR DE HOY

Es verdad, hace días que no actualizo mi blog. La falta de ganas no me permitía compartir nada. El día a día me ha llevado a sentirme cada vez mejor, pero no podía compartir nada.
El otro día que me animé, ya tenía un texto largo y se me apagó el ordenador y a volar con el texto, así que hoy sólo pondré que actualizaré mi blog más a menudo y que por favor, los que me lean, pongan algún comentario, aunque sea anónimo, así sabre que hay alguien detrás de este ordenador esperando mis palabras. En estos momentos de depresión, lo necesito.
Y tocaré un tema, esperando que no se me borre lo escrito.
Salgo todos los días con nuestro perro "Zatu" a darle la vuelta. Como buena ciudadana llevo mi bolsa para recoger las "cacas" de mi amigo. Y siempre me encuentro con que hay gente que las deja por ahí sin ningún problema. Yo me pregunto, ¿es que nadie les ha dicho que parte de la responsabilidad de tener un perro es recoger sus residuos? A veces, cuando me encuentro a alguna persona que los deja y se va como si nada, le digo: "oye, que se ha dejado algo tu perro ahí, no piensas llevártelo". Claro que me voltean a ver y siguen como si nada. En fin, supongo que poco a poco debemos educarnos a nosotros como educamos a nuestros perros, porque ellos qué saben de no hacerse en la acera y por las calles. El recoger es responsabilidad de cada quien. Cuando menos, eso creo.
Ala, luego les contaré de los días felices que he tenido, de lo compartido con mis amistades y alguna que otra cosa más.
Besitos a los que me leen. Espero hayan pasado una feliz navidad y que sigamos compartiendo cosas.