Hace un rato llamé a mi amiga Martha Margarita Taméz Gutiérrez a su casa. Ayer sábado también lo hice. La operadora me dijo en inglés que de momento su línea no está en servicio ni guarda mensajes de voz. Dolorosamente cuelgo el auricular y recuerdo las palabras que me dijo mi amiga el viernes por la noche:
"Llega el huracán Ike y no puedo salir de casa. Al ser maestra tuve que esperar a que se fuera el último de los alumnos para ir a proteger mi casa y recoger la documentación más importante. Ya no pude salir de la ciudad".
Y dijo: "No te preocupes, que todavía tengo cosas por hacer y si Dios quiere las haré. Nos vemos en junio del próximo año. Voy a Madrid y de ahí nos movemos", quedamos de continuar con los detalles por correo electrónico. Y también en que me llamará o me escribirá en cuánto pueda. Que pasaran unos seis días como mínimo. Así que en esta espera les comparto un relato que le publicaron en el libro: “Escritores en el umbral” Memorias del Primer Encuentro “Lectura y conversación con escritores”, bajo la selección y prólogo de Jesús de León y Gabriel Pereyra del año 1990 editado por el Gobierno del Estado de Coahuila y en donde se puede encontrar a nombres de escritores muy importantes en la cultura del Norte de México actual.
Historia de Antiguo Adobe
El poema nació porque yo andaba en busca de un poema. Ha tiempo, desde niña escribo lo que siento; escribo y publico a tal grado que los vecinos dicen que soy escritora, otros que poeta y los demás que estoy loca. Yo sólo sé que estoy y que alguien me dijo:
- ¡A ver, escríbeme un poema!
- Give me a breack! –respondí.
- Entonces, agrégale la historia y entrégamelo.
El alguien se fue, quedé frente al escritorio, coloqué una serie de objetos preferidos: tinta china, puntilla, hojas en blanco, hojas con renglones, lápiz, plumas de tinta verde, roja, negra y azul, borrador, sacapuntas, un cuaderno nuevo, mi diario, el walkman y cassettes, muchos cassettes… ví todo por largo rato. Decidida a caminar por las calles, subirme a camiones o combis, pedir ride o hablar con el copiloto, tal vez ir a otra ciudad, metí los objetos a mi morral. Cuando sonó el teléfono, otro alguien me pidió un favor…
- Necesito un aventón a la carretera a Parras, sabes, en el rancho wua, wua, wua…
- Acepto.
¿Qué es más humano, escribir un poema o ayudar a un prójimo que se cree mi amigo? Dejé todo menos el diario y la pluma roja, prendí en carro, hoy descompuesto, y me dispuse a cumplir con el favor de la mejor manera.
Un calor intenso. En mi bochito íbamos cuatro personas. Mediodía. Carretera Saltillo-Parras, llegamos al rancho. Dispusimos todo para el regreso. Carretera de tramos largos y delgados. Cerros pelones del semidesierto de Coahuila, ¡oh!, ¡oh! Un hombre en burro a la orilla de la carretera, llevando en brazos a un perro feliz.
Voces: ¿Cómo sabes que es perro feliz?
Comadres: La lengua la lleva de fuera, mueve la cola y además lleva en brazos la cola y además sus patas y manos van al aire como si ya hubiese viajado así.
¿Quién sabe por qué razón ese hombre pensativo lleva en brazos a un perro aparentemente sano; sus ojos brillan de contento, mientras los del hombre brillan su pensamiento?
Este pensamiento me llevó unos tres minutos de camino. Volteo y digo a mis prójimos:
- Tengo que estacionarme.
- ¿Te anda?
- Debo escribir algo.
Adivinar el pensamiento de un perro
feliz sin caminar
cargado por el dueño
lejos
donde el sol contento.
Un día largo, tan largo que acabé en la cama profundamente asoleada y dormida hasta dos días después que desperté para leer lo escrito. Lo tomo en mis brazos y salgo a la calle en busca de alguien con quien platicar la aventura. Llegué a casa de Gabriel, una casa antigua de adobe. Llegué con la oscuridad. Gabriel tuvo que encender unas velas y veladoras por falta de electricidad:
- Tengo pilas para la grabadora.
Mientras se las puso, escuchamos unos pasos en la azotea. Comentamos:
- ¿Qué piensas de los pasos en la azotea?
- ¿De quién son?
- No hay nadie en el techo y la casa está aislada, todo a su alrededor es terreno baldío.
- ¿A qué crees que se deba?
De los espíritus pasamos a hablar de metafísica, luego, le conté lo del perro feliz y me fui en busca de mi cama, mi caracol. Después de dos días totalmente despierta por los pasos, regreso con Gabriel:
- ¡Pasa, pasa! Wua, wua, wua –hasta que le expresé mi angustia-. Un alguien me ha pedido el poema, ¿te acuerdas del perro feliz? Le escribo algo que no me cuadra, no me convence, no me gusta…
- ¿Por qué no escribes de los pasos en la azotea?
- ¿Tienes papel y algo con qué escribir?
y comencé:
Los pasos en la azotea
de la casa aislada
son vibras del alma
huyendo sin pedir nada
Grito eterno
personaje dama
girasol sol drama
del perro feliz
que no aparece.
Martha Margarita Taméz Gutiérrez.
Historia de Antiguo Adobe
El poema nació porque yo andaba en busca de un poema. Ha tiempo, desde niña escribo lo que siento; escribo y publico a tal grado que los vecinos dicen que soy escritora, otros que poeta y los demás que estoy loca. Yo sólo sé que estoy y que alguien me dijo:
- ¡A ver, escríbeme un poema!
- Give me a breack! –respondí.
- Entonces, agrégale la historia y entrégamelo.
El alguien se fue, quedé frente al escritorio, coloqué una serie de objetos preferidos: tinta china, puntilla, hojas en blanco, hojas con renglones, lápiz, plumas de tinta verde, roja, negra y azul, borrador, sacapuntas, un cuaderno nuevo, mi diario, el walkman y cassettes, muchos cassettes… ví todo por largo rato. Decidida a caminar por las calles, subirme a camiones o combis, pedir ride o hablar con el copiloto, tal vez ir a otra ciudad, metí los objetos a mi morral. Cuando sonó el teléfono, otro alguien me pidió un favor…
- Necesito un aventón a la carretera a Parras, sabes, en el rancho wua, wua, wua…
- Acepto.
¿Qué es más humano, escribir un poema o ayudar a un prójimo que se cree mi amigo? Dejé todo menos el diario y la pluma roja, prendí en carro, hoy descompuesto, y me dispuse a cumplir con el favor de la mejor manera.
Un calor intenso. En mi bochito íbamos cuatro personas. Mediodía. Carretera Saltillo-Parras, llegamos al rancho. Dispusimos todo para el regreso. Carretera de tramos largos y delgados. Cerros pelones del semidesierto de Coahuila, ¡oh!, ¡oh! Un hombre en burro a la orilla de la carretera, llevando en brazos a un perro feliz.
Voces: ¿Cómo sabes que es perro feliz?
Comadres: La lengua la lleva de fuera, mueve la cola y además lleva en brazos la cola y además sus patas y manos van al aire como si ya hubiese viajado así.
¿Quién sabe por qué razón ese hombre pensativo lleva en brazos a un perro aparentemente sano; sus ojos brillan de contento, mientras los del hombre brillan su pensamiento?
Este pensamiento me llevó unos tres minutos de camino. Volteo y digo a mis prójimos:
- Tengo que estacionarme.
- ¿Te anda?
- Debo escribir algo.
Adivinar el pensamiento de un perro
feliz sin caminar
cargado por el dueño
lejos
donde el sol contento.
Un día largo, tan largo que acabé en la cama profundamente asoleada y dormida hasta dos días después que desperté para leer lo escrito. Lo tomo en mis brazos y salgo a la calle en busca de alguien con quien platicar la aventura. Llegué a casa de Gabriel, una casa antigua de adobe. Llegué con la oscuridad. Gabriel tuvo que encender unas velas y veladoras por falta de electricidad:
- Tengo pilas para la grabadora.
Mientras se las puso, escuchamos unos pasos en la azotea. Comentamos:
- ¿Qué piensas de los pasos en la azotea?
- ¿De quién son?
- No hay nadie en el techo y la casa está aislada, todo a su alrededor es terreno baldío.
- ¿A qué crees que se deba?
De los espíritus pasamos a hablar de metafísica, luego, le conté lo del perro feliz y me fui en busca de mi cama, mi caracol. Después de dos días totalmente despierta por los pasos, regreso con Gabriel:
- ¡Pasa, pasa! Wua, wua, wua –hasta que le expresé mi angustia-. Un alguien me ha pedido el poema, ¿te acuerdas del perro feliz? Le escribo algo que no me cuadra, no me convence, no me gusta…
- ¿Por qué no escribes de los pasos en la azotea?
- ¿Tienes papel y algo con qué escribir?
y comencé:
Los pasos en la azotea
de la casa aislada
son vibras del alma
huyendo sin pedir nada
Grito eterno
personaje dama
girasol sol drama
del perro feliz
que no aparece.
Martha Margarita Taméz Gutiérrez.
P.D. Espero pronto recibir noticias de mi amiga Martha. Seguiré llamando por teléfono.
Suerte a todos y todas los que estén enmedio de cualquier huracán!
1 comentario:
Amiga del alma. Mujer generosa, amable y sensual. Me alegra que tu pensamiento me persiga por el mundo. Nos hemos encontrado en Huesca, paseamos en la playa y nos divertimos en Madrid. Te amare por siempre. Gracias.
Publicar un comentario