LA FIESTA DEL CINE

Anoche fue la primera fiesta del Festival de Cine de Huesca. Una noche en la que además de disfrutar de dos películas francesas: Ma saison preferee (Mi estación favorita) de André Téchiné y Le promeneur du Chap de Mars, Presidente Miterrand (El paseante del Champ de Mars) de Robert Guédiguian. Las dos fueron muy buenas, con mensaje social interesante y claro, pero demasiado largas para mi gusto. Alargaron demasiado el discurso en la conclusión de sus películas. Me gustarón pero con 10 minutos menos, hubieran estado excelentes.

Después nos fuimos de fiesta al Casino de Huesca, al Salón Azul. Muchos iban en grupos, otros en pareja y yo solita con mi bolso en la espala, mi fular y mi vestido azul. Esta es la fiesta anual que da el periódico del Altoaragón a los participantes del "Festival de Cine" y a algunas amistades del mundo de la cultura, la política y demás congeneres. Había mucha gente que no conocía, que son de esta ciudad, que seguramente nos habremos cruzado en cualquier esquina, pero completamente desconocidad para mí. Fue divertida. Me gusta esta fiesta, aunque me sentía rara porque no estaban mis amistades más cercanas conmigo. Así que hablé con diversos grupos, saludé a las personas que conozco, baile dos o tres canciones de salsa (Tocaba Ludmila) con mis amistades cubano-oscenses, Estuve a ratos a solas disfrutando también de esos momentos.

Tuve oportunidad de hablar con Lumi Cavazos, la actriz mexicana que actúa en la película Como agua para chocolate de Alfonso Arau. Es una tía agradable, y quedamos de escribirnos por internet. Resulta que en la misma época en la que yo iba a Rockotitlán, un lugar en el que tocaban rock, muy típico en el D.F. y centro de los mejores grupos que iniciaron el movimiento de "Rock en tu idioma". Ella también iba y era novia de un músico, como yo en esa misma época. Comentamos que es probable que hayamos estado juntas en varios conciertos y nos alegramos de que ahora nos conocieramos en Huesca. Le encantó la ciudad, dice que hasta se vendría a vivir aquí, que es preciosa. Ya ven como no soy la única que se enamora de esta ciudad.

Cuando se terminó la fiesta del Casino, nos fuimos más de veinte a otro bar. Primero ibamos a Juan Sebastían, pero ya estaba cerrado. Luego nos fuimos al Edén, hasta que la música casi se terminaba. Regresé a casa sola con mi vestido largo azul, contenta de haber pasado una velada tan divertida y de no tener miedo de regresar sola a casa. Había todavía gente por estas calles de marcha sabatina.

Hubiera querido compartir la fiesta con ustedes, seguro hubiera bailado más y nos hubieramos reído mucho. Con las amistades cercanas siempre hay complicidades. Pero bueno, ya haremos una fiesta cuando nos veamos, o el siguiente "finde" o simplemente nos tomaremos un café para celebrar la amistad.

Bueno, mañana les contaré un cuento que se titula: El pirata corazón de esponja y la Geisha. El personaje de la geisha lo utilizaré porque me gustó ir con un vestido de seda azul estilo geisha... tuve valor para ir con un vestido largo, con dos averturas en los costados de las piernas y completamente segura de mí. Como llevaba todo el día pensando desde qué punto abordar el cuento del pirata corazón de esponja, se me ocurrío que con la geisha seguro tendría buena relación y ya verán cómo lo desarrollo. Supongo que habrán pensado de todo por mi vestido, pero los que me conocen, me dijeron que me veía muy guapa. Que me veía radiante. Así que eso me basta.