DE PRISA Y CORRIENDO

Hoy estoy de prisa y corriendo, más no corriendome, que no es igual. Jajajajaaa... un pequeño chiste. Una graciosada para una mañana soleada.
¿Qué más puedo decir? Estoy cansada, tantos kilómetros por nuestra provincia me encantan pero a la vez me agotan. Y siento me siento más pesada cuando llego a casa y veo la cocina "empantanada". Creo que me uniré a los del "Pantano NO"... ¡pero en la cocina, por favor!
Es difícil trabajar más de ocho horas en el curro que te da salario estable. Me gusta, soy buena en las relaciones públicas y por eso me encanta ser comercial. Pero también tengo mi otra responsabilidad social: la Asociación que presido y a la cual me gustaría dedicarle más tiempo. Pero nada, que la realidad es que en esta vida normal y corriente, el que no tiene un salario, seguridad social, paro y cotizaciones para la jubilación, es como si no tuviera nada. Y con un hijo, ya me dirás tú. El tiempo me alcanza tan poco, que compartirmos sólo una hora por la mañana y una por la noche. Bueno, estos últimos días, porque cuando podemos estamos más juntos.
Si fuera por mí, pasaría una semana en cada casa de las personas que conozco por toda España. (Si me invitaran, claro). Trabajaría, por supuesto, pero lo justo para tener más tiempo y poder meditar, leer, escribir, compartir, ver una puesta de sol.
¡Joder! parece como si tuviera necesidad de vacaciones. Es más, si pudiera pedir un deseo, querría que mi trabajo fuera como esa semana que tuve en Punta Umbría, Huelva:
* Mañanas con tai-chi en la playa.
* Mediodías en los colegios hablando de poesía a los niños y niñas.
* Comidas entre gente con la cual puedes hablar de diversos temas, entre ellos la cultura, que es de las cosas que más me gustan. Algunas comidas también a solas. Disfruto conmigo misma y mi libertad.
* Las tardes entre presentaciones de libros y extravíos entre espejos.
* Las noches en alguna terraza hablando de todo y a la vez descansando y planeando lo del día siguiente.
* Y en los sueños... ¡hay a la hora de dormir! La imaginación a tope y la almohada como complemento perfecto. Lo único que le hace falta a este momento, es no tener que usar mantas y cobijarme con el cuerpo que se amolde perfecto al mío.
Pero bueno, estos son sueños, ya sabemos que no todo es idílico en todos los momentos.
Para sentirme bien, cuando voy por la carretera y el ruido de los camiones y los autos que no respetan los límites de velocidad y hacen tanto ruido, pongo un caset de música para meditación en la que se escucha el mar, sus gaviotas, las olas... y casi hasta puedo sentir la arena entre el sol que entra por la ventana.